En la celebración de Semana Santa de este año 2019, nuestra diócesis de Getafe nos invita a tener presente el evento que en estos meses ilumina toda la vida de la Iglesia diocesana: El Centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, que se realizó con toda solemnidad en el Cerro de los Ángeles el 30 de mayo de 1919, en presencia del entonces monarca de España, el Rey Alfonso XIII. Hoy en día el Cerro no es solamente el centro geográfico de España sino de modo especial centro neurálgico de la vida de nuestra diócesis, pues en él, como sabéis, se forman los futuros sacerdotes, una comunidad de monjas de clausura reza cada día por todos los que componemos la diócesis de Getafe y miles de personas peregrinan desde nuestras parroquias cada año a rezar al Sagrado Corazón.

De especial importancia para nosotros, que nos preparamos a celebrar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo llevando por las calles de nuestra ciudad los pasos de la Semana Santa que nos las recuerdan, es el lema que preside y acompaña todo el año jubilar: “Sus heridas nos han curado”, tomado de la primera carta del Apóstol San Pedro. En esta carta, el pescador de Galilea al que Cristo nombró roca de la Iglesia, nos recuerda que el Salvador no pasó los dolores de su pasión y muerte por casualidad, ni como consecuencia de meros acontecimientos humanos que le llevaron a un fatal desenlace, sino que detrás de tanto sufrimiento había un plan concreto que Jesús eligió libremente: El curarnos a nosotros, seres humanos, de las heridas que la vida nos inflige como fruto del pecado del mundo -esas que provocan las guerras, los abusos, las divisiones y el desamor-, y sobre todo de la más terrible de todas: la muerte que nos separa de los seres queridos.

Su amor omnipotente ha curado nuestras dolencias, su misericordia ha vendado nuestras heridas, su resurrección nos ha prometido la vida eterna. Y un año más, gracias a todos los que ofrecéis vuestro tiempo y vuestro esfuerzo para que la Semana Santa de Parla sea posible -los capataces y anderos, los mayordomos y las camareras de la Virgen, los que adornan los pasos y un largo etcétera de los que trabajan en el anonimato durante todo el año, también las fuerzas del orden público que custodian las procesiones- gracias a vuestro buen hacer los que se acerquen a nuestras celebraciones este año, recibirán un mensaje de amor y de esperanza: las heridas de Cristo nos han curado.